22.12.2012 Entrada sexto Sol Que es?
22.12.2012 -El Sexto Sol- Cuenta el Popol-Vuh que la humanidad ha sido creada y destruida cuatro veces. Dice el libro sagrado de los mayas que los humanos vivimos en el quinto sol. El de los hombres de Maíz. El calendario maya ha sido motivo de admiración y especulación de toda clase. El que unos primitivos salvajes (pregúntenle a Mel Gibson si no me creen) que vivieron hace miles de años hayan podido dar vida al calendario más exacto conocido, jamás creado por el hombre, es una interrogante tan grande que aún hoy día no ha podido ser contestada satisfactoriamente por nadie.
Y no ha podido ser contestada porque ese conocimiento forma parte de una era en la que la “inteligencia racional” reinaba en la humanidad. Tal vez ahora, en esta nueva era de razón que comienza, esa pregunta pueda ser resuelta. Por esto mismo, y por la altísima complejidad del calendario maya, sería un absurdo tratar de explicarlo en unas pocas líneas, además, claro, tendría que dominar el tema, y sobra decir que no es así. Más cercano a mis capacidades está el tratar de disertar muy brevemente -lo prometo- lo que a mi entender representa tan cercana fecha, así como su mística importancia.
El calendario Gregoriano -que nos rige actualmente- es un calendario solar que calcula el tiempo transcurrido entre dos pasos sucesivos del Sol por el equinoccio medio. En otras palabras, tiempo de Primavera a Primavera por ejemplo. Como todos sabemos, este ciclo dura 365 d 5 h 48 m 45.25 s. Este calendario nos permite saber, con cierta “precisión”, eventos astronómicos, que rigen, entre otras cosas, fechas tan importantes como son las de siembra y cosecha, por ejemplo.
En contraste, el calendario maya es una trilogía de calendarios: 3 calendarios en uno, tres diferentes cuentas de tiempo que transcurren simultáneamente. Los mayas sabían que así como la luna se mueve alrededor de la tierra y la tierra misma se mueve alrededor del sol, el sol (y todo el sistema solar, por supuesto) también se mueve alrededor de un sol, llamado ALCIÓN y que es el sol central de las pléyades. Es decir, los Mayas descubrieron que nuestro sol forma parte de un sistema de soles pertenecientes al sistema de Las Pléyades. Descubrieron que no son 6 soles los que giran en derredor del Alción sino muchos más, siendo nuestro Sol el que ocupa la séptima órbita, que recorre en, aproximadamente 24,000 años divididos en dos períodos de 12,000 cada uno. Este descubrimiento proporciona a los mayas una tercera dimensión en cuanto al rastreo de la tierra por su orbitar alrededor de Alción. Es decir, el calendario maya fecha no sólo la posición de la tierra alrededor del sol en algún momento dado, sino también la posición que la luna tenía en ese momento alrededor de la tierra y la que el sol tenía en ese momento alrededor de Alción. Así pues, los mayas se valían de tres calendarios para este propósito, que a grandes rasgos son:
De esta profecía, de inmediato la fecha brinca delante de nuestros ojos: 22 de Diciembre 2012.
Por todo lo anterior, puedo tratar de adivinar, tal vez con más certeza, lo que esta fecha significa. En una primera instancia, la astronómica: Es el inicio -o fin- de un año al que llamaremos “galáctico”. Es el inicio -o fin- de un ciclo de traslación de nuestro sistema solar por Alción, de un nuevo ciclo solar, de un nuevo Sol. El Sexto Sol en la cuenta Maya. La segunda instancia, tal vez la más importante para los mayas, implica el conocimiento de que este ciclo de 24,000 años que tarda un año galáctico en completarse, se divide en dos etapas o periodos de 12.000 años cada uno, los cuales, a su vez, se dividen en dos más, uno de 10.000 años de oscuridad -el que estamos finalizando en estos momentos- seguidos de un periodo de 2.000 años de luz, para nuevamente incurrir en 10.000 años de oscuridad y 2.000 años de luz. Los mayas también descubrieron que Alción tiene a su alrededor un gigantesco anillo o disco de radiación en posición transversal al plano de las órbitas de los soles de sus sistemas -incluido el nuestro- y que dicho anillo tiene un alcance efectivo de 2.000 años luz solares, o 759.864 billones de millas. De lo anterior se deduce que cada uno de los soles de dicho sistema, a su tiempo y obligadamente, tienen que cruzar dicho anillo o disco de radiación.
Y no ha podido ser contestada porque ese conocimiento forma parte de una era en la que la “inteligencia racional” reinaba en la humanidad. Tal vez ahora, en esta nueva era de razón que comienza, esa pregunta pueda ser resuelta. Por esto mismo, y por la altísima complejidad del calendario maya, sería un absurdo tratar de explicarlo en unas pocas líneas, además, claro, tendría que dominar el tema, y sobra decir que no es así. Más cercano a mis capacidades está el tratar de disertar muy brevemente -lo prometo- lo que a mi entender representa tan cercana fecha, así como su mística importancia.
El calendario Gregoriano -que nos rige actualmente- es un calendario solar que calcula el tiempo transcurrido entre dos pasos sucesivos del Sol por el equinoccio medio. En otras palabras, tiempo de Primavera a Primavera por ejemplo. Como todos sabemos, este ciclo dura 365 d 5 h 48 m 45.25 s. Este calendario nos permite saber, con cierta “precisión”, eventos astronómicos, que rigen, entre otras cosas, fechas tan importantes como son las de siembra y cosecha, por ejemplo.
En contraste, el calendario maya es una trilogía de calendarios: 3 calendarios en uno, tres diferentes cuentas de tiempo que transcurren simultáneamente. Los mayas sabían que así como la luna se mueve alrededor de la tierra y la tierra misma se mueve alrededor del sol, el sol (y todo el sistema solar, por supuesto) también se mueve alrededor de un sol, llamado ALCIÓN y que es el sol central de las pléyades. Es decir, los Mayas descubrieron que nuestro sol forma parte de un sistema de soles pertenecientes al sistema de Las Pléyades. Descubrieron que no son 6 soles los que giran en derredor del Alción sino muchos más, siendo nuestro Sol el que ocupa la séptima órbita, que recorre en, aproximadamente 24,000 años divididos en dos períodos de 12,000 cada uno. Este descubrimiento proporciona a los mayas una tercera dimensión en cuanto al rastreo de la tierra por su orbitar alrededor de Alción. Es decir, el calendario maya fecha no sólo la posición de la tierra alrededor del sol en algún momento dado, sino también la posición que la luna tenía en ese momento alrededor de la tierra y la que el sol tenía en ese momento alrededor de Alción. Así pues, los mayas se valían de tres calendarios para este propósito, que a grandes rasgos son:
- El Sagrado o Tzolkin de 260 días.
- El Civil o Haab de 365 días.
- La Cuenta Larga de 144.000 días.
De esta profecía, de inmediato la fecha brinca delante de nuestros ojos: 22 de Diciembre 2012.
Por todo lo anterior, puedo tratar de adivinar, tal vez con más certeza, lo que esta fecha significa. En una primera instancia, la astronómica: Es el inicio -o fin- de un año al que llamaremos “galáctico”. Es el inicio -o fin- de un ciclo de traslación de nuestro sistema solar por Alción, de un nuevo ciclo solar, de un nuevo Sol. El Sexto Sol en la cuenta Maya. La segunda instancia, tal vez la más importante para los mayas, implica el conocimiento de que este ciclo de 24,000 años que tarda un año galáctico en completarse, se divide en dos etapas o periodos de 12.000 años cada uno, los cuales, a su vez, se dividen en dos más, uno de 10.000 años de oscuridad -el que estamos finalizando en estos momentos- seguidos de un periodo de 2.000 años de luz, para nuevamente incurrir en 10.000 años de oscuridad y 2.000 años de luz. Los mayas también descubrieron que Alción tiene a su alrededor un gigantesco anillo o disco de radiación en posición transversal al plano de las órbitas de los soles de sus sistemas -incluido el nuestro- y que dicho anillo tiene un alcance efectivo de 2.000 años luz solares, o 759.864 billones de millas. De lo anterior se deduce que cada uno de los soles de dicho sistema, a su tiempo y obligadamente, tienen que cruzar dicho anillo o disco de radiación.
La velocidad de cada sol es distinta, y por lo tanto, se toman tiempos distintos para cruzar el anillo. En el caso de nuestro Sol, tarda cerca de 2.000 años en cruzarlo. El significado de tan magno evento es, por lo tanto, doble: Por un lado inicia un nuevo año solar, el sexto sol, el sol de los hombres de las altas vibraciones, y por otro, un nuevo ciclo de dos mil años en que la luz de Alción bañará directamente la tierra, propiciando con ello el que todos los hombres vibren a un nivel muy superior del actual, dando origen con esto a seres de un alto grado evolutivo de conciencia, ya que nada escapa al cosmos, ni siquiera el majestuoso y omnipotente ser humano.
Mitologia
Mito de la Creación Maya
Los Hombres del Maíz
En todas las culturas el hombre trató de darle forma a la idea de la creación del universo, tratan de saber cómo ocurrió y porqué para darle algún sentido a la vida. En toda mitología existe este punto, el mito de la creación.
El mito de la creación siempre tiene una estructura similar: el caos, la potencialidad del todo es ordenada en su gran y maternal recinto por una intromisión masculina, un orden, una ley. En el Enuma Elisch (el mito de la creación babilónico) en el comienzo se realiza una asamblea de dioses presidida por Anu, el dios Marduk es asignado para una tarea, ir a matar a Tiamat, el dragón que reina en el caos. El caos es un mar oscuro y gigantesco. Marduk mata a Tiamat y de su sangre nace el universo. Marduk es la ley masculina, Tiamat y el mar son el caos oscuro, húmedo y maternal.
El Popol Vuh es un libro que recopila leyendas del pueblo Ketchí o Quiché, uno de los pueblos Mayas, que vivía al sur de lo que hoy llamamos Guatemala. En este libro vemos como los mayas trataban de explicar el origen del mundo y los fenómenos de la naturaleza.
El Popol Vuh fue escrito en caracteres españoles pero en lengua ketchí a mediados del siglo XVI y traducido 200 años más tarde por el sacerdote e historiador sevillano Fray Francisco Ximenez
La lectura del Popol Vuh se convirtió con el paso de los siglos en un punto de partida para historiadores y filósofos para saber como fue la vida en Mesoamérica hace cientos de años e incluso fue tomado como un texto de aprendizaje no solo para su propia cultura sino para todas las demás y para la vida de hoy en día.
Las culturas mesoamericanas comparten con el cristianismo el concepto de creación del universo mediante la palabra. Hunab Ku pronuncio “hágase el mundo” y allí se produjo la creación, ordenando el caos total. Antes de esto el universo era solo un cielo y mar perpetuos e infinitos enfrentándose el uno al otro. Nada había que estuviera dotado de existencia además de ellos dos, las dos grandes potencialidades. Hunab Ku, el gran creador creó el universo para no estar solo. Creó a los dioses y los dioses crearon el mundo. Tepeu y Gugumatz crearon la tierra, los árboles y el sol con el don de la palabra, y hablaron entre sí y decidieron crear al hombre.
El don de la palabra para esta cultura y muchas más, como la cristiana, tal como decíamos antes es mucho más grandioso que ninguna otra cosa. Tepeu y Gugumatz dijeron Tierra y la tierra apareció, dijeron árboles y aparecieron espontáneamente las semillas que germinaron y crecieron en segundos. Y así las montañas, los glaciares, los pantanos, los ríos, los desiertos, la luz y la oscuridad salieron de las bocas de los dioses. Y todo fue preparado para el ser humano.
El panteón de los dioses para los mayas es igual al de los griegos, llenos de fallas que hacen de los dioses seres humanos con poder y vida eterna. Eso hace que los dioses sean egoístas y egocéntricos. Los dioses en su gigantesca vanidad quieren ser venerados, aclamados, adorados y glorificados, quieren tener súbditos que los amen incondicionalmente.
Primero crearon a los animales, de todas las clases, les designaron sus lugares y sus costumbres alimenticias. Pero los animales no podían contestar a la palabra, los animales no tenían el don del habla y al no hablar no podían venerar a los dioses, el propósito original con que habían sido creados falló. Por esta razón los animales fueron rebajados a seres de espíritu inferior destinados a comerse los unos a los otros por toda la eternidad.
Los dioses tuvieron dos intentos fallidos más: primero vino el hombre de barro que fue frágil, hablaba y adoraba a los dioses, pero se quemaba con el fuego, se endurecía con el sol y se deshacía con las lluvias. Los dioses deshicieron entonces a sus primeros hijos.
En segundo término los son creados los hombres de palo, extraídos de la madera de los árboles. Los hombres de madera no tenían sentimientos, no eran capaces de ver más allá de si mismos, veían el mundo como una herramienta que debía ser utilizada para satisfacer sus necesidades, no son capaces de utilizar la palabra para adorar y agradecer a los dioses por la mismísima creación. Entonces los dioses enviaron el Diluvio Universal (presente en todas las culturas) para destruir a todos los hombres del mundo. Los sobrevivientes del diluvio fueron condenados a otra fin, sus herramientas, hartas del abusivo trato al que habían sido expuestas por los egoístas seres de madera se revelaron y destrozaron sus caras y mandíbulas, de esta manera fueron degradados a otra forma de vida más primitiva, fueron convertidos en monos.
El Popol Vuh fue escrito en caracteres españoles pero en lengua ketchí a mediados del siglo XVI y traducido 200 años más tarde por el sacerdote e historiador sevillano Fray Francisco Ximenez
La lectura del Popol Vuh se convirtió con el paso de los siglos en un punto de partida para historiadores y filósofos para saber como fue la vida en Mesoamérica hace cientos de años e incluso fue tomado como un texto de aprendizaje no solo para su propia cultura sino para todas las demás y para la vida de hoy en día.
Las culturas mesoamericanas comparten con el cristianismo el concepto de creación del universo mediante la palabra. Hunab Ku pronuncio “hágase el mundo” y allí se produjo la creación, ordenando el caos total. Antes de esto el universo era solo un cielo y mar perpetuos e infinitos enfrentándose el uno al otro. Nada había que estuviera dotado de existencia además de ellos dos, las dos grandes potencialidades. Hunab Ku, el gran creador creó el universo para no estar solo. Creó a los dioses y los dioses crearon el mundo. Tepeu y Gugumatz crearon la tierra, los árboles y el sol con el don de la palabra, y hablaron entre sí y decidieron crear al hombre.
El don de la palabra para esta cultura y muchas más, como la cristiana, tal como decíamos antes es mucho más grandioso que ninguna otra cosa. Tepeu y Gugumatz dijeron Tierra y la tierra apareció, dijeron árboles y aparecieron espontáneamente las semillas que germinaron y crecieron en segundos. Y así las montañas, los glaciares, los pantanos, los ríos, los desiertos, la luz y la oscuridad salieron de las bocas de los dioses. Y todo fue preparado para el ser humano.
El panteón de los dioses para los mayas es igual al de los griegos, llenos de fallas que hacen de los dioses seres humanos con poder y vida eterna. Eso hace que los dioses sean egoístas y egocéntricos. Los dioses en su gigantesca vanidad quieren ser venerados, aclamados, adorados y glorificados, quieren tener súbditos que los amen incondicionalmente.
Primero crearon a los animales, de todas las clases, les designaron sus lugares y sus costumbres alimenticias. Pero los animales no podían contestar a la palabra, los animales no tenían el don del habla y al no hablar no podían venerar a los dioses, el propósito original con que habían sido creados falló. Por esta razón los animales fueron rebajados a seres de espíritu inferior destinados a comerse los unos a los otros por toda la eternidad.
Los dioses tuvieron dos intentos fallidos más: primero vino el hombre de barro que fue frágil, hablaba y adoraba a los dioses, pero se quemaba con el fuego, se endurecía con el sol y se deshacía con las lluvias. Los dioses deshicieron entonces a sus primeros hijos.
En segundo término los son creados los hombres de palo, extraídos de la madera de los árboles. Los hombres de madera no tenían sentimientos, no eran capaces de ver más allá de si mismos, veían el mundo como una herramienta que debía ser utilizada para satisfacer sus necesidades, no son capaces de utilizar la palabra para adorar y agradecer a los dioses por la mismísima creación. Entonces los dioses enviaron el Diluvio Universal (presente en todas las culturas) para destruir a todos los hombres del mundo. Los sobrevivientes del diluvio fueron condenados a otra fin, sus herramientas, hartas del abusivo trato al que habían sido expuestas por los egoístas seres de madera se revelaron y destrozaron sus caras y mandíbulas, de esta manera fueron degradados a otra forma de vida más primitiva, fueron convertidos en monos.
Fueron los animales quienes llevaron entonces a los dioses lo que estaban buscando, la materia de la que nacería un ser capaz de venerarlos por el resto de sus días, un ser capaz de aceptar el don de la palabra. La sustancia que las ratas llevaron ante los dioses era la mazorca del maíz, que encontraron en lo que hoy sería el valle de México.
Los dioses crearon entonces del maíz al primer hombre y la primera mujer. Ellos hablaron, vieron, amaron, supieron, fueron dotados de sabiduría, alma, sustancia. Los dioses por fin consiguieron lo que siempre habían querido. Por fin eran adorados, los hombres les hacían alabanzas en su honor.
Aquí los dioses vieron su propio error. Lo hombres de maíz sabían todo, veían todo. Estaban a la par de los dioses en todo tipo de conocimiento. Se habían emocionado tanto con ellos que los habían dotado de una sabiduría tan grande que pronto opacaría la de ellos mismos, y eso jamás lo permitirían, ya que como dije los dioses mayas son orgullosos como los humanos.
Entonces acotaron la sabiduría del hombre, acotaron su visión, para que no vean más allá de lo necesario. Ya nunca más vieron a los dioses a la cara, ya nunca más vieron la luz de la sabiduría, pero siempre recordarían eso en sus corazones, y eso los impulsaría a seguir y a dar gracias a los dioses por las cosechas.
Los dioses crearon entonces del maíz al primer hombre y la primera mujer. Ellos hablaron, vieron, amaron, supieron, fueron dotados de sabiduría, alma, sustancia. Los dioses por fin consiguieron lo que siempre habían querido. Por fin eran adorados, los hombres les hacían alabanzas en su honor.
Aquí los dioses vieron su propio error. Lo hombres de maíz sabían todo, veían todo. Estaban a la par de los dioses en todo tipo de conocimiento. Se habían emocionado tanto con ellos que los habían dotado de una sabiduría tan grande que pronto opacaría la de ellos mismos, y eso jamás lo permitirían, ya que como dije los dioses mayas son orgullosos como los humanos.
Entonces acotaron la sabiduría del hombre, acotaron su visión, para que no vean más allá de lo necesario. Ya nunca más vieron a los dioses a la cara, ya nunca más vieron la luz de la sabiduría, pero siempre recordarían eso en sus corazones, y eso los impulsaría a seguir y a dar gracias a los dioses por las cosechas.